Vuelvo
a la rutina después de estos días de fiesta. La verdad es que ya os echaba de
menos, ya me apetecía compartir con vosotros mis descubrimientos sobre Murcia,
sus historias, sus paisajes, sus monumentos...
He
pensado que para empezar bien el año lo mejor es compartir una historia negra
murciana de esas que tanto nos gustan. Agarraos a la silla que hoy la leyenda
es terrorífica de verdad, una historia de amor con traiciones, apariciones,
exorcismos, miedo vecinal y todo lo demás.
La
historia de hoy tiene lugar en una torre de huerta medieval situada fuera del
casco antiguo de la ciudad en torno al camino que conducía a la población de
Churra, lo que hoy sería el barrio de Vistalegre. Una casa abandonada y en
ruinas que era conocida como la Torre de
las Lavanderas, un lugar donde los campesinos que vivían alrededor usaban
como refugio. La inmediatez del Azarbe Mayor Aljufía que discurre por el
subsuelo del barrio hace pensar que cerca de la torre se ubicarían las
lavanderas para realizar su oficio y de ahí le viene el nombre a la torre.
Hace
muchos años, allá por el siglo XII, un caballero
cristiano se enamoró perdidamente de una dama mora. El caballero lo dejó todo por su enamorada. Salió
de su casa, abandonó a su familia, renunció a su Dios por la mujer a la que amaba.
En su fuga incluso se vio obligado a vivir oculto del mundo, escondido junto a
su amor en medio de la vega murciana en el lugar conocido como la Torre de las
Lavanderas.
![]() |
Paisaje de la huerta murciana. Archivo Regional de la Región de Murcia |
Tras
muchos años de lucha interior, acosado por los remordimientos de su traición un
día finalmente se arrepintió de lo que había hecho, pidió perdón a Dios por
haberlo rechazado. Volvió entonces a su vida anterior pero a pesar de su
arrepentimiento se le impuso un castigo. Tras su muerte padecería los tormentos del fuego eterno hasta que un descendiente redimiese su
alma por medio de la oración y la penitencia.
Otoño de 1671
Poco
a poco anochece en la huerta murciana, los campesinos vuelven a sus casas tras
una dura jornada, las mujeres después de un día intenso empiezan a preparar la
cena para alimentar a sus cansadas familias. En las calles se respira
tranquilidad, el silencio lo envuelve todo. De repente se escucha un grito lejano, un grito que parece un lamento,
un grito que da miedo.
Y
así una noche tras otra los vecinos de Churra y alrededores comienzan a
escuchar gritos y lamentos en la casa conocida como Torre de las Lavanderas.
Los vecinos asustados aseguran que el olor a azufre que desprende la casa es
insoportable y que han visto una mano
negra salir por una de las ventanas. Una mano que llama a todos los que
pasan cerca de la casa.
La
mano los llama pero ninguno de los vecinos se atreve a acercarse a la Torre de
las Lavanderas, incluso muchos de ellos abandonan sus casas por miedo a aquella
macabra aparición. La
noticia corre por toda la ciudad como la pólvora, no hay nadie en toda Murcia
que no haya oído hablar de la mano negra y de sus apariciones.
Finalmente el
Concejo de la Ciudad viendo el nerviosismo y la inquietud que se estaba creando
en la ciudad tomó cartas en el asunto. El
Concejo pone en manos del Obispado la resolución de este misterioso asunto. El
Obispo Don Mateo de Segade y Bugueiro decide comprobar si son ciertos los
rumores y envía a nueve frailes a la Torre de las Lavanderas.
Los
informes que recibe el Obispo por parte de los frailes no dejan lugar a duda
alguna, el mal habita en esa casa. El
Obispo decide entonces hacer un exorcismo para liberar los malos espíritus.
El
19 de octubre de 1671 se organiza una
procesión desde el Palacio Episcopal hasta la Torre de las Lavanderas. La
comitiva va encabezada por una Cruz alzada y ciriales. Tras ellos los
Franciscanos de San Diego, los Carmelitas de Santa Teresa, los Jerónimos de la
Ñora, los frailes de Santa Catalina del Monte y los Dominicos. A continuación,
los Cabildos de párrocos y de la Catedral junto al Obispo, el Alcalde y los
regidores de la ciudad, y por supuesto cientos de murcianos que no quieren
perderse ningún detalle.
Cuando
llegan a su destino la escena es dantesca. Humo,
alaridos, olor a azufre y por supuesto la mano negra asomada a la ventana.
La mano con uno de sus quemados dedos señala a los presentes. El Obispo manda
hacer una fila y uno a uno van pasando por delante de ella para ver si buscaba
a alguien en concreto.
Pasa
el primer franciscano y le pregunta ¿Me buscáis a mí? A lo que la mano
contesta que no. A continuación el siguiente fraile, así uno tras otro hasta
llegar al prior de los dominicos Fray Juan Blázquez. El prior como todos hizo
la misma pregunta ¿Me buscáis a mí?
En esta ocasión la mano negra dijo que sí.
Él era el elegido, el encargado de
descubrir que misterio escondía. Antes de entrar en la casa el Obispo lo bendice
y le entrega un Lignum Crucis, en ese momento las puertas de la torre se abren
y el prior entra.
Pasada
una hora Fray Juan Blázquez sale de la casa, el prior está irreconocible, se ha
convertido en un anciano. Sacando fuerzas de flaquezas confiesa que le había
jurado a la mano negra que nunca revelaría lo que habían hablado allí dentro y
a cambio la mano desaparecería para siempre de la Torre de las Lavanderas y de
la ciudad.
Fray
Juan Blázquez regresó a Santo Domingo y allí cumplió su palabra, nunca más
volvió a hablar del tema. Los frailes dominicos lo observaban continuamente sin
encontrar nada extraño en su comportamiento, a excepción de su obsesión con las
lámparas del Santísimo. Las trataba con mucho cuidado, incluso se levantaba a
medianoche para evitar que se apagaran.
¿Sabéis por qué
eligió la mano negra a Fray Juan Blázquez? Porque era descendiente del joven renegado
y gracias a Fray Juan Blázquez y su perdón el alma del antiguo caballero cesó
de sufrir y pudo descansar por fin.
Y
hasta aquí la leyenda de la Mano Negra en
la Torre de las Lavanderas, espero que os haya entretenido tanto como a mí
cuando la descubrí. Para terminar solo deciros que la mano negra, según la
tradición, pertenecía a un hereje o preso ajusticiado en la horca que a veces
era quemado vivo.
Muchas
gracias por estar ahí, nos vemos el jueves con las propuestas para el fin de
semana. Sed felices hasta entonces.
Fuente: La Vega, periódico científico, artístico y literario publicado bajo la dirección de Don Juan López Somalo. Archivo Regional de la Región de Murcia.
Sígueme también por aquí
Has elegido una historia increíble para tu vuelta a la rutina, como tú dices, gracias por estar ahí y hacernos pasar ratos tan entretenidos!
ResponderEliminarMuchas gracias Conchita
EliminarInteresante historia. Una vez oi también la del salto de la novia en la carretera que va a Ojós y Ricote, y también hablaba de un moro que se enamoraba de una cristiana y huían en un caballo, en fin, que si tienes ganas de investigar ahí te lo dejo. Un saludico.
ResponderEliminarMuchas gracias Paco. Sí esa historia ya la conocía de hecho este fin de semana estuve por esa zona y vi el Salto de la Novia, pronto estará por aquí.
EliminarMuy chula la entrada!!
ResponderEliminarMuchas gracias Isabel, viniendo de ti es un gran elogio. Un besazo
Eliminar